Leyenda de un personaje mitológico de la tradición andina, especialmente en Perú y Bolivia.
TEXTO: Cortesía | FOTO: Referencial
___ ¿Has escuchau, Mashe? Disque los pishtacos son puras palanganadas…
___¡Aaaah…! Que sabrán oigaste esta gente que di ayer acá aparecen.
___siacorrdarasti uste esa vez cuando bajamus a Ongón llevando las peyaras del viejo Goyo, cuando tuvimos que escondernos sin poder auxiliar a esa mujer con suijita?.
__¡Verdaaa! Digaste…, hay diocito a veces ya ni quiero acordarme, aunque estando vivo y sigamos pobres tendremos que acordarnos asi no queramos, siempre que tengamos que venir por este camino.
___ Contesto el Mashe a don Pancho mientras descansábamos un momento y aprovechábamos para comer la canchita de maíz tostado que nos servía de fiambre en nuestra caminata hacia la selva de Ongón a la que periódicamente íbamos en busca de algunas libras de coca que de regreso a la sierra la venderíamos para poder sacar algo de ganancia.
__Al escuchar esta conversación sentí que mi curiosidad de años sobre este siniestro personaje que mi abuelita siempre mencionaba en sus conversaciones estaba a punto de ser resuelta; así que decidí estar cerca de ellos para que me lo contaran.
El viaje tenía que continuar así que caminamos hasta llegar a un lugar en donde pasaríamos la noche. Era una parte plana en medio de las montañas que se abren paso a la selva alta, desde ahí se podía divisar el camino como una gigantesca serpiente blanca reptaba en medio de ese paisaje montañoso perdiéndose y reapareciendo en quebradas cubiertos de malezas y matorrales.
_Una vez ya estacionados en ese lugar, con los tambos de plástico a media agua, preparados para pasar la noche, sentados observábamos el paisaje casi como hipnotizados sin palabras por un momento tal vez por la fatiga de la caminata o por el encanto de la naturaleza que infundía su magia de los misterios de esas montañas y profundas quebradas a un no resueltos.
_El tío Mashe y don pancho casi recostados depositaban un puñado de hojas de coca en la boca masticándola al compás del sonido que ocasionaba un llamativo checo que al ser golpeado en los nudillos del pulgar izquierdo emitían un pecullar sonido mientras una larga aguja en el interior del porongo era cubierta de cal que luego era introducida en la boca cargada de ese polvo blanco que como decían era la mezcla perfecta para que la coca te entregue las callapas exactas cuando estas gatipando. Yo con la curiosidad de sus conversaciones estaba sentado casi al medio de ellos.
____Aquí fue sobrino. — dijo el Mashe como adivinando mis inquietudes…
___ Aquí mismo, vimos que ese desgraciau de pishtacu …
–Hizo una pausa, removiendo la bola de coca que presionaba en las mandíbulas e inhalando un fuerte suspiro comentó.
____Yo desde cholitu e andau por este camino, siguiendo al vieju Goyo, tu abuelo, a sus cosechas de café en san francisco. En una de esos viajes habíamos llegao a este coquiadero un poco cansados por la carga que llevábamos para hacer cambios en Ongón, ni bien habíamos bajado los rongos de la espalda, cuando justo por ese caminito aparecio una mujer, habrá teniu sus 30 años masumenos, cargaba su quipisito en su manta, iva cun na chinita de 10 años quizá, no se cual era el apuro pero no quisieron apegarse a nosotros. Iban muy apuraos.
___ Ves allá la otra asomada? – me pregunto mientras levantaba la cabeza y señalaba con el índice derecho el otro lado de la quebrada.
Un profundo suspiro hizo tal vez retroceder su memoria y fue transportado en sus recuerdos nada gratos según pude notar en su pálido y arrugado rostro, mientras un sudor frío relucía en sus sienes.
__De ahí de esa loma se ve clarito el camino de esta banda, ahí atrás había una casa, que nadie conocía al dueño, salvo uno que otro aventao o quien sabe en que caminos andaban las personas que conocían al dueño.
Mashe, detuvo un instante la charla, sacando cuidadosamente una, dos, tres callapas de coca que apreciona con las mandibulas, dio una mirada como si inspiccionara el panorama, luego prosigio…
___ El paso solitario de esa mujer parecía haberlo inquietado a tu abuelo don Goyo, pues luego de verle pensativo se levantó, cogió su machete y comenzó a sacarle filo enesas piedras que ves ahí, mientras afilaba él no perdía de vista a la asomada del frente …
Efectivamente luego de guiarnos con su mirada, enclavó fijamente sus ojos a la loma del otro lado de la quebrada, un poco asombrados nosotros seguimos sus miradas, viendo aparecer un jinete sobre una mula a todo trote. El viejo Goyo vino como escondiéndose y haciéndonos señas para que nos tiráramos al suelo, se acercó casi arrastrándose…
___Vamos a bajar hasta la quebrada tras de esas piedras me van a esperar y no salgan para nada.
Casi como escondiéndonos del jinete que venía por el otro lado bajamos por el camino casi arrastras, divisamos a la mujer con la niña acercarse al arroyo, luego de pasar a la otra orilla detuvieron su marcha para refrescarse con un poco de esa agua cristalina que emana desde las alturas aprovechando además para sacar de su quipe el fiambre que llevaba para ese viaje.
__El viejo Goyo que conducía la marcha se detuvo levantado una mano en señal de detenernos al mismo tiempo que giraba la cabeza y con el índice derecho en los labios ordenaba a guardar silencio. Agazapados casi con el pecho en el suelo no entendíamos nada de lo que estábamos viviendo a aunque un silencio agonizante calaba en nuestro cuerpo poco a poco y un prematuro miedo como los vientos helados que brotan de la cumbre del Pahuarchuco y se deslizan en las madrugadas de agosto cubriendo con su gélida sabana blanca los campos de la Comunidad la victoria. A las indicaciones del viejo capitán, reptamos a unas piedras que estaban sobre el camino. Cual soldados en peligro adoptamos las rocas como trinchera, esperando no se si ocultarnos o atacar al enemigo.
__A la velocidad de un remolino levantando polvo a un veloz galope, aparecía ante nuestra atónita mirada un togadazo de jinete. Unas inmensas manos negras sostenían una gruesa rienda trenzada con ramales de cuero adornada con varios anillos de plata que colgaba de un ostentoso bozal que sostenía por la cabeza al híbrido adornado con brillantes tapojos que aparentaban unos gigantescos ojos de plata reluciente que colgaban en la frente, Unas negras botas de cuero se calzaban sobre unos negros estribos con ángulos de bronce, que colgaban de una brillosa montura que aperaba sobre una soberbia mula baya que jadeante se detuvo ante la orden del caballista. De un salto el jinete bajo a tierra. Era un hombre grandote y cuadrao, sus ojos brillaban en una prieta cara, que asomaba debajo de un aludo sombrero de palma. Se Paró amenazante frente a la mujer que asustada por instinto maternal trato de de cubrir con el cuerpo a su pequeña.
El desalmado se abalanzó sobre la indefensa mujer que oponía resistencia tratando de hacer talvez lo que ella misma sabía que ya era inevitable…
__Hay taytitu por favor no papacito…
Fue una de las frases suplicantes de la mujer que se esparció por medio del desolado paraje, en donde hasta las montañas enmudecen sus ecos de auxilio de muchos desprotegidos. La niña aterrada gritaba sin consuelo haciendo señas desgarradoras de dolor impotencia y pánico trataba de protegerse a la sombra indefensa de las rocas del arroyo.
Las fuerzas del siniestro verdugo se impuso, cogió a la mujer por las negras trenzas del cabello y envolviéndola en la muñeca izquierdo la trajo vencida hacía sus dominios mientras batía en el aire un curvo cuchillo con la que luego la degollaría.
El a un latente cuerpo se desplomó arrojado al borde del arroyo, brotando sangre a raudales del destrozado cuello, mientras la cabeza ya separada de su cuerpo caía al otro lado, mostrando en el rostro la mas horrible expresión de dolor y pánico con los ojos más abiertos tal vez tratando de buscar a su pequeña. Segundos luego la niña corrió la misma suerte.
___Yo no sé si ese desgraciao tenía más oscura la conciencia o el cuerpo que parecía una oscuridad escapada de los abismos del mismo infierno ante las amenazas de las lenguas de fuego que abrigan a los mismos shapingos
-Continuó el Mashe en tono de rabia pausada, mientras pasaba la palma de sus callosas manos tratando de limpiar un helado sudor que brotaban sus sienes, aprovechando además para agregar una que otra hoja de coca a la bola que cambiaba de posición en las mandíbulas a cada pausa que el relato soltaba un suspiro acumulado que emergían del fondo de sus más impotentes recuerdos.
¡Ufffffff! … continuó
El negro desgraciado rápidamente destrozó con su cuchillo las ropas de sus víctimas desnudándolas por completo, las puso a la orilla del arroyo…
—¡Uffff!… oye sobrino los partió por la barriga como si fueran carneros…, arrojó las tripas en esa chorrera del frente, enjuagó los cuerpos en el arroyo y las metió en un costal negro grande. Los atravesó en el anca de su mula, se subió y se largó este desgraciao de mierda… Por el mismo camino que vino, seguramente a la casa que esta al otro lado…
__ Su rostro del Mashe se tornó perdido en una escena de angustia impotente, sus ojos humedecidos, hicieron rodar dos gruesas lágrimas por las laderas de su cara como se desprenden las rocas de las peñas que por años parecen suspendidas en el tiempo.
Su voz se entrecortó balbuceante; prorrumpió: ¡desgraciao de mierda!…negro…maldito. Como hubiera querido ser grande esa vez, ¡te juro que yo te enfrentaba!
¡pobre mujer… su niña!…..
—Su voz se quebró, en silencio, explotando un acumulado suspiro de lágrimas retenidas en la angustia indefensa de su pasado, miró nuevamente el reptante camino del frente para perderse luego en el horizonte de sus recuerdos….
RECOPILACIÓN DE
MITOS CUENTOS Y LEYENDAS DE MI PUEBLO.
Walter Quiroz Bustamante
LIMA 2012.
TRADUCCIÓN:
COQUEADERO. ….lugar de descanso de los viajeros .
CHECO ….utensilio en donde se deposita la cal para chacchar coca.
QUIPE … carga .
TOGAO… bien vestido.
TAYTITO …papacito.
CALLAPAS… residuos de las hojas de coca que se expulsan para ser interpretados.
GATIPAR … adivinar mediante las hojas de coca.
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